Carta de una Abuela a Su Nieto

Carta de una Abuela a Su Nieto

Adorable flor de maní:

Ni tú ni yo hemos visto nunca una planta de maní, pero no importa, tanto de ver la flor de tu planta que tiene que estar en algún sitio de tu mundo intocable, y cuando quiero penetrar en él, trato de despojarme de todo, y entro de puntillas, sin zapatos, con los ojos enteramente abiertos, con la añorada pureza bautismal y con la certeza de que es TU MUNDO; transida de amor, con la palabra NO enteramente restringida, sin la noción de castigo, olvidándome de todo lo que sé, para aprender cogida de la mano, tu alfabeto, los números de las imágenes de tu mundo, la geografía de todos los países donde hay niños, la historia de las gentes que amaron la libertad y la justicia y que se olvidaron de ellas mismas…

En febrero, el mes más feo de todos, irás al colegio. Tú estas ilusionado. Yo estoy tristísima. Seré la espectadora del fin de tu Edad Feliz. Ni para ti, ni para los demás niños se ha creado la «escuela verdadera».

¿Por qué si todos los niños son geniales y fabulosos, dejan de serlo cuando adultos?.

¿Por que no hay millares de genios, centenares de artistas, multitudes de hombres y mujeres despojados de la mediocridad?.

¿Por qué los niños que a diario asombran a los adultos no descuellan y pierden su genialidad cuando van a la escuela?.

Desde hace mucho tiempo la pregunta está en el aire y se han cuestionado los métodos, la escolaridad, los textos, la calidad humana de los maestros, las aulas, los horarios, los exámenes, las sanciones, los resultados… y el mundo sigue igual, porque es más fácil seguir el camino trillado que abrir trocha, porque es más cómodo contemporizar con los padres de familia que concientizarles, porque es más práctico continuar con el sistema que preparar la llegada del hombre nuevo.

Flor de maní:

No puedo resignarme a la idea de que te pondrán en la fila para hacer de ti el niño genérico de los libros de lectura, el «Juanito dócil y obediente que ama a sus padres, respeta a sus maestros y hace sus tareas con esmero». El niño «bueno» que se queda tranquilo, que no da problemas, que esta condicionado a la obediencia ciega, porque así es mas fácil enseñar las cosas que quieren que aprendas, repitiendo formulas y lemas que le sirvieron a Juanito y a nadie más.

Que absurdo que pretendan enseñarte a amar a tus padres, cuando son ellos quienes se han hecho acreedores a tu amor, con su dedicación y responsabilidad. Qué absurdo que te hablen de respeto. El respeto es una semilla que se siembra y a la cual hay que cuidar día a día. El respeto no se exige, el respeto nace; Tú me respetas a mí en la misma medida en que yo te respete a tí, y nunca hemos pronunciado entre los dos esta palabra, porque sólo se habla de ella cuando falta.

A unas maestras les gusta que los niños escriban en una sola hoja de la pagina; a otras, les gusta que hagan carátulas en los cuadernos; a otras, que los dibujos no se salgan de las márgenes; a unas, que pinten suavecito; o otras, que pinten fuerte, ¿Cuál es el orden que van a enseñarte?…

¿Y cuando preguntes qué quiere decir «esmero», que es el lo que van a responder?.

Coartarán tu libertad, que es tu más grande tesoro. Te impondrán esa disciplina obtusa que origina resistencia y la resistencia está reñida con el amor. Tu no eres un niño difícil ni rebelde y por lo mismo no mereces la fila, ni la disciplina de sentarse y levantarse al mismo tiempo, de automatizarce con las órdenes que muchas veces reflejan el estado de ánimo de la maestra; de la campana que te dejó a medio comer tu galleta, del timbre que dejó sin ojos ni nariz a tu muñeco, de la sirena que te impidió conversar con el amigo, del reloj que dejó inconclusa la historia de «La casita de chocolate», que de tanto contar la maestra el mismo cuento, creyó que lo había terminado y al otro día empezó otra historia.

Te mandarán a hacer silencio cuando hables, que la voz de la maestra es más importante que la tuya. Restringirán tu imaginación, que las ideas suelen ser peligrosas y alteran la cómoda realidad, porque vas a vivir en una sociedad limitadora que no acepta cambios aunque los proclame.

¿Qué te responderán cuando preguntes por qué la luna es blanca?, ¿Qué pensarán de ti cuando quieras saber por qué los gatos no tienen plumas amarillas?, ¿Qué te contestarán cuando preguntes quien invento los colores?, ¿Qué te dirán cuando quieras saber lo que hay detrás de las montañas y las nubes?, sin aburrirte, sin destrozar la riqueza de tu propio mundo, sin apagar tu incansable sed de saber, sin desbaratar la magia de lo que eres, sin desarmar tu propia lógica… comprendiendo que el que pregunta eres TU y no Juanito?.

Medirán tu inteligencia en términos de exámenes y pruebas, ignorando que la inteligencia es solamente el discernimiento de lo esencial, y que sólo puede llegar a ese discernimiento quienes se saben libres; educar en la libertad no es fácil, pero es el único principio válido para arreglar el mundo.

Dirán que no sabes dibujar porque pintaste un barco entre la yerba, una tortuga con alas, un pájaro con corbata y con anillo… ¿Podrán apreciar tus garabatos? Cuando pintes un dinosaurio, ¿Podrán ver sus patas y su cola, y entender que está dormido y no despierto? ¿Qué pasará cuando quieras escribir la palabra “cohete” en vez de la palabra “escuela”? ¿Qué te dirán cuando afirmes que has escrito a “la Mia” en la que dices muchas cosas sin ninguna letra del alfabeto?.

Te enseñarán a leer con palabras que no te importan, sin darse cuenta que de la primera palabra nace el amor a la lectura, y que esta palabra debe ser orgánica, vital, personalísima, la palabra de tu mundo y no la de Juanito que se murió hace años; esas palabras que impiden decir la palabra propia, la palabra verdadera, aquella que están esperando los “hombres de buena voluntad”.

Cuando te enseñan el ritual de mi-ma-má-me-mi-ma, te sentirás contento porque tienes “TU mamá que te mima” con la sabiduría que no aprendió en ninguna escuela de pedagogía, pero ¿Qué sentirá el niño que está a tu lado y que es huérfano?; y con la pi-pa-de-pa-pá, ¿Acaso pensarás que tu padre es menos que el del libro porque tu padre no fuma…?

El fin de la Edad feliz es cuando un niño se da cuenta de que el concepto de muchas palabras no corresponde al propio mundo y son más bien románticas y mentirosas como la palabra maestro, escuela, patria, libro de lectura, orden, disciplina…

Qué bueno sería que en vez de hacerte memorizar poesías que no te dicen nada, pudieran hacerte decir tus propios poemas y escuchar los poemas de otros niños.

Qué sano sería que se prohibieran todos los actos públicos que sólo sirven para inflar la vanidad de los padres y entristecer a los niños tímidos.

Qué honrado sería que te enseñaran música, danza y pintura para disfrutar de ellas y no para qué los padres vean cuanto trabaja la maestra.

Que milagroso sería que nunca necesites de un título ni de un diploma, sino que sólo importe lo que sabes y lo que crees, pero, por desgracia, a la escuela se va para “tener un título” y no para saber.

Me pregunto, llena de tristeza, si al menos tendrás una maestra que no haga diferencias entre los niños ricos y los niños pobres, entre los niños rubios y los niños morenos, entre los hijos de ministros y los hijos de obreros.

Una maestra que te quiera, (lo sé Flor de Maní, son tan pocas las que se enamoran de los niños, aunque se ofenden si alguien lo pone en duda).

Una maestra que pueda mandar al diablo las injerencias superficiales y ridículas de los padres de familia que piden «que mi hijito se gradúe en kínder o de sexto grado con toga, birrete y con anillo”, “que mi hijito sea el primero de la clase”, “que mi hijito se siente al lado de los niños de familias decentes”…

Una maestra que sepa que si tiene veinte niños, sepa que tiene veinte seres diferentes. Que sea capaz de dar ternura y confianza.

Y te digo estas cosas para que cuando tengas más de veinte años y te des el primer encontrón con la vida, y si aún vivo, seré siempre la más fiel de tus amigas por encima de mis canas y mi artritis.

Nunca te fallaré, que yo puedo fallar a los adultos, pero a los niños, nunca.

Por. Alicia Yánez Cossio

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3 Comments

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agosto 29, 2015 7:49 pm

You must write a book on this. I’d be a buyer right away.

Alba Sandia
mayo 1, 2016 11:52 am

Maravillosa publicación ..la encontré gracias a la publicación de un artista en fotografía quien hoy publico en un bello amanecer compartido en la distancia una flor de maní ..he aquí encontré este regalo de vida en tan reflexiva lectura ..gracias por tan hermosa publicación y mi empatia eterna mas allá de mi vida ..gracias .

Andrés Agudelo
mayo 1, 2016 12:55 pm

Alba, un saludo… Qué bueno de hayas disfrutado la publicación… Recibe un abrazo gigante en la distancia.

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